jueves, 28 de marzo de 2019

About Me:

My name is Sara Elizabeth Martinez Pacheco, I am 13 years old, my parents are Ramon and Roxana, my sister is Berenice.
I like to play basketball, I do not like math. My sister likes math, tho. I like singing.
My favorite season is autumn because it´s  very windy.
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My name is Sara Elizabeth Martinez Pacheco, I am 13 years old, my parents are Ramon and Roxana, end my sister is Berenice.
I like basquetball, but I do not like matematicas.

jueves, 13 de junio de 2013

Actitud ante las pruebas



(Como resistir cuando las presiones aumentan)
Stg. 1:1-12
Pastor: José Ramón Martínez
Introducción.
La carta de Santiago nos habla de vivir la vida cristiana en la realidad de la vida cotidiana.
Es el libro más antiguo del Nuevo Testamento.
Se escribo antes que Pablo apareciera en la escena histórica de la Iglesia.
La sección del capitulo 1:1-12  tiene que ver con ser probados en nuestra resistencia hacia las pruebas que abaten nuestras vidas, nos habla de  como mantenernos firmes aun cuando el mundo se deshace.
El texto incluye 5 cosas que podemos hacer cuando pasamos por las pruebas.
¿Qué debemos hacer cuando enfrentamos las pruebas?
¿Cuál debe ser nuestra actitud para poder resistir cuando las presiones aumentan?
I.                    En primer lugar encontramos que la razón de las pruebas es producir gozo. (2)
a.       Santiago escribe a las 12 tribus de Israel (v1) estos son judíos de la “dispersión” judíos viviendo entre las naciones gentiles. Para el año 722 a.c. los asirios capturaron las tribus del reino del norte, luego Nabucodonosor continuo la dispersión al ir a Jerusalén y llevar cautivos  los judíos a Babilonia, así que los lectores de la epístola de Santiago sabían lo que era estar viviendo en sufrimiento  --También en Hechos vemos que hubo esparcidos a raíz del martirio de Esteban ellos fueron hasta Fenicia, Chipre y Antioquia (Hech 11:1-9), por lo tanto estos son judíos cristianos que ya no viven en su tierra de palestina sino que han sido colocados en medio de las naciones gentiles y que son como sal en el mundo gentil y estaban aislados y solos, además eran despreciados por sus compatriotas, perseguidos, eran abusados por los gentiles, en algunos lugares con menos rango que los mismos esclavos, Santiago nos habla que habían sido privados de sus derechos.
“halléis” v2, esta misma palabra se usa en la parábola del Buen Samaritano aquel  hombre que “cayo en manos de ladrones”
b.      Estas pruebas son cosas que Dios permite en la vida de su pueblo para darles resistencia, para edificarles y fortalecer sus músculos espirituales.
Para el judío esta prueba era la persecución, para nosotros pueden ser varias cosas: perdida de empleo, divorcio, problemas con los hijos, enfermedad, problemas económicos, muerte familiar, problemas con su pareja.
Una de las cosas que trata el libro de Santiago es de las dificultades que encontramos en la vida cristiana.
Esa idea vaga que al convertirnos a Cristo seremos personas sin problemas, Santiago lo contradice porque pensar que seremos felices para siempre nos prepara para la decepción cuando tengamos que enfrentar las dificultades.
Al venir a Cristo la biblia no dice que nuestros problemas se terminan, mas bien aparecen nuevos problemas que no teníamos antes, aunque las dificultades cambien.
“Cuando os halléis” no es por casualidad, sino cuando os halléis, dice la Biblia ¡¡preparence!! Antes de que tenga que estar preparado, lo que molesta es que no dice que nos preparemos para tener resistencia en las pruebas, el dice ¡tened por sumo gozo! Que sig esto:
Es evaluar inteligentemente nuestra situación, las mayorías de las pruebas son mentales y espirituales
c.       Para hallar gozo tenemos que ver las pruebas como el medio que Dios utiliza para producir algo valioso en su vida.
“Tened” es pensar hacia adelante, considerar mirar, mientras vive en el presente considere el futuro, ¡tristeza ahora pero la gloria en los días venideros.
Jesús nos enseño en la bienaventuranzas a ser felices cuando…
2 Cor 7:4 Pablo dijo:----  en hechos salieron gozosos de sufrir por la causa.
1 Ped 1:6-7 en lo cual vosotros os alegráis…
Sabe nadie se regocija por lo que le suceda, si perdió su empleo o quebró en su negocio o diga gracias Dios por estos hijos rebeldes ¡no!
El asunto es que tenemos que aprender como encontrar el gozo en medio del proceso que pasamos, al ver la razón de la prueba.
(R.A.Torrey )
Ese es el gozo que produce Dios en la vida del cristiano, es un gozo maravilloso, una fuente que siempre esta brotando, (no importa las circunstancias) y a veces no lo podemos explicar..
La B. dice que cuando nos hallemos en diversas pruebas debemos tenerlas por sumo gozo entendiendo que Dios hace algo.
Pedro nos enseña que no debemos sentir eso si las pruebas son por causa del pecado en nuestra vida.
d.      Transición: la razón de las pruebas en nuestra vida es que puedan producir gozo.
II.                  Debemos calcular el resultado de las pruebas (2)
a.       Debemos mirar mas alla del disgusto inmediato y encontrar gozo en lo que Dios realizara a través de ella (Rom 5:2-5) “nos gloriamos, regocijamos en las tribulaciones…”  porque el sufrimiento produce perseverancia.
NO es conformarse a aceptar lo que suceda, esto es incorrecto.
Algunos pasan por las pruebas con una actitud fatalista, esto no es paciencia,
 Stg dice que cuando dejamos que las pruebas hagan en nosotros una obra perfecta en nuestra vida esto producirá en nosotros una resistencia firme.
b.      Produce Paciencia: constancia, perseverancia o resistencia valiente, es la misma palabra usada en Stg 5:11 nvi.
El señor es muy compasivo y misericordioso si hubo alguien  que tuvo perseverancia fue Job, el perdió todo con lo que cuenta el hombre para sobrevivir… pero ahora es un héroe de la fe en el AT.
c.       La presencia de pruebas en nuestra vida refina nuestra fe para que lo falso sea quitado y lo genuino se desarrolle en nst vida.
d.      Las pruebas producen perseverancia, nos enseñan que por duras que sean las dificultades podemos mantenernos firmes en medio d ela presión, porque la gracia de Dios otorgada a nuestra vida nos da la fortaleza.
e.      Las pruebas producen madurez; Stg usa dos expresiones para definir la madurez
                                                               i.      La constancia en las pruebas hace que el xno sea perfecto y cabal.
La resistencia que desarrollamos en las pruebas nos permiten ser perfectos y cabales, sin pruebas usted no puede ser perfecto y cabal, por eso Dios las permite, porque es parte de su proceso de perfeccionamiento.
“Perfectos” sig estar plenamente desarrollados, hasta llegar a la misma meta que Dios tiene para nosotros. UN creyente sin pruebas, ni resistencia no se ha desarrollado hasta ese punto.
                                                             ii.      “Cabales” es un poco diferente, se refiere a tener todas las partes, es estar desarrollado no solo para la meta, sino en todas las áreas de la vida.
-Quizá usted sea un creyente maduro en todas las áreas de su vida, pero si nunca ha pasado por pruebas que han producido perseverancia todavía hay una parte de usted que no esta completa.
f.        Es bonito hablarle de como Dios le guiara en su vida y mas cuando uno ha pasado por situaciones iguales, Estoy contento con lo que Dios ha hecho en mi vida y lo que esta haciendo, he pasado por pruebas, pero nunca he deseado que el me de un curso de perseverancia, y nadie creo que lo pediría.
III.                En medio de las pruebas debemos clamar a Dios y pedir los recursos que el ofrece. V5-8.
A veces se usa este texto fuera del contexto de Stg 1.
a.       Esto es una promesa no para cualquiera, sino para aquel que esta en medio de una prueba, si necesita sabiduría Dios ha prometido dársela.  ¿Cómo lo hace Dios?
“La oración que debe hacer cuando el mundo le ha oprimido y se siente horrible y demasiado cansado para orar, tiene prisa y esta enojado con todo; esta es la oración ¡SOCORRO!
Stg dice que cuando ud se encuentre bajo presión, usa la palabra “falta” vamos a estar preparados para enfrentar las pruebas y responder adecuadamente solamente al pedir la sabiduría que solo Dios puede dar.
Cuando otros pasan por una prueba los comprendemos y sabemos que Dios lo esta haciendo y porque, ¡verdad! Aunque a veces estemos en lo correcto o en lo equivocado.
Per cuando somos nosotros, encontramos que no es fácil, que la gente nos haga lo que nosotros les hacemos a ellos.
Solo hay alguien que puede interpretar mis pruebas y ese es Dios.  La biblia dice: ¡Quieren sabiduría vayan a Dios y pídanla!
Refran: “A no ser que exista en nosotros aquello que esta por encima de nosotros pronto cederemos a lo que nos rodea”
b.      Cuando pedimos sabiduría a Dios lo que el hace siempre es darnos lo que esta por encima de nosotros.
Esto es mirar las cosas desde la perspectiva de Dios, esto es “darnos sabiduría”
3 cosas en cuanto a la oración:
                                                               i.      1) Dios es bueno-(da a todos) solo hay una fuente: Dios (Stg 1:17)
Job 12:13   Con Dios están la sabiduría y el poder; suyos son el consejo y el entendimiento. (28:20,23)  ¿De dónde, pues, viene la sabiduría? ¿Dónde habita la inteligencia?  Sólo Dios sabe llegar hasta ella; sólo él sabe dónde habita.

Prov 2:6  ¡Pues el Señor concede sabiduría! De su boca provienen el saber y el entendimiento. (no la encontraremos en los libros o el centro de estudio)
Aprendemos a tomar buenas decisiones tomando malas decisiones asi aprendemos de la experiencia (la manera de Dios es ir a el)
El da a todos, no importa su condición o situación si anda en comunión con Dios esta promesa le pertenece a usted.
                                                             ii.      Es un Dios generoso: “da abundantemente” es un padre prodigo- prodigalidad: es dar desenfrenadamente
“Abundancia” sig: 1- Dios extiende su sabiduría a nosotros, imagine un banquete con todos los bosados de la sabiduría de Dios. 2 – Sumamente y con sensillez- un solo enfoque- no de doble animo, La B. dice que Dios nos dará exactamente lo que necesitamos y aun mas. (Salomón) Dios es generoso para dar
                                                            iii.      Es un Dios de Gracia: “y sin reproche” no nos reprocha porque nos acerquemos una y otra vez a pedirle.
Cuando se acerque a Dios hágalo sin duda, sin doble animo (6-7)
Debemos desear que Dios contestara la petición que le hacemos y tener una sola dirección, la persona de doble animo terminara deprimido y desesperado – se sentirá como victima que todo lo tiene en contra suya.
Cuando acudimos a Dios cargados y desesperados para enfrentar las pruebas ¡el lo hará!
IV.                Considere su reacción ante las pruebas (9-11)
a.       Cuando pasamos por las pruebas de la vida revaluamos nuestra posición.
A veces los que son ricos las pruebas los hacen pobres, Stg escribió a personas que sufrían persecución y habían quedado pobres, ellos había desarrollado una profunda humildad (Mt 5:3)“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”
“de humilde condición” cuando ud es xno y es pobre gloríese porque usted es rico, “es un príncipe en camino a su reino” viajando por caminos difíciles, la gente entre la cual camina no sabe nada en cuanto a su grandeza pero el si sabe  ¡gloríese!
b.      Las pruebas en cierta manera nos nivelan a todos y nos ayudan a evaluar donde nos encontramos
c.       Cuando pasamos por las pruebas nos damos cuenta que es lo mas importante en la vida. Nos ayudan a establecer prioridades, aunque tengamos cosas de mucho valor para este mundo pero en medio de las pruebas valoramos mas nuestra relación con Dios
v 10 Aquí es duro con los ricos, la flor exhibe su belleza por un tiempo, es pasajera, el rico debe entender que asi son sus riquezas.
Las pruebas ayudan a descubrir si confiamos en Dios. “Bienaventurado es el hombre que tiene mucho pero que tiene su mano abierta a Dios,  Dios puede tomar todo lo que tenga y darle lo que el quiere”
las pruebas sacan lo que hay dentro de nosotros.
V.                  Cuando pasamos por las pruebas debemos recordar la recompensa que nos espera.(v.12)
Al llegar al tribunal de cristo como xnos recibiremos la corona.
“Corona de Vida” reservada para los que resisten las pruebas y se hacen mas fuertes y se mantienen positivos y alegres, sabiendo que Dios tiene control en lo que hace.
Stg les dice a los dispersos aquí hay algo que les va a ayudar en medio de la presión: la recompensa.
CONCLUSION:
Nuestra actitud ante las pruebas debe ser de gozo, calculando el resultado, pedir sabiduría, considerar nuestra reacción y contemplar la recompensa.
Al estar en apuros di primero Dios me trajo aquí, es por su voluntad que me encuentro en este lugar y en esto confiare, luego crea que  Dios le guardara en su amor y le dara su gracia para portarse como su hijo  y debe decir Dios hara de la prueba una bendición y me enseñara lo que  quiere que yo aprenda, desarrollando en mi la gracia que quiere concederme; por ultimo diga: Dios me puede sacar otra vez, ¿Cómo y cuando? El lo sabe.
En Resumen:
1.       Estoy aquí por cita divina
2.       Estoy aquí bajo sus cuidados
3.       Dios me esta enseñando
4.       Y estoy aquí durante el tiempo que Dios quiera y cuando el haya terminado el lo sabrá.

Dios bendiga sus vidas.

miércoles, 5 de junio de 2013

Romanos 5:8 Pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores. (NTV)

Un Comentario a Romanos 5:1-11

  A.      JUSTIFICACIÓN POR LA FE ¡Y MUCHO MÁS! (5:1–11)

1Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 3Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. 6Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. 7Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. 11Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.

    1.      Ya estamos justificados. Y ahora ¿qué?

El nacimiento de un bebé es la culminación del proceso de su gestación y de una anhelante espera. Al mismo tiempo es nada más que el comienzo de una vida llena de perspectivas, aunque también de dificultades. De manera análoga, la justificación por la fe es un proceso originado en el amor eterno de Dios, que culmina en la experiencia humana cuando un pecador es declarado justo por medio de la fe en Cristo y experimenta el nuevo nacimiento. Lo logrado es mucho—una vida nueva—pero a la vez es nada más que el comienzo hermoso de todo lo que está por delante, incluyendo en eso la eternidad.
La expresión “justificados, pues, por la fe,” con que se inicia el capítulo, abarca en esas pocas palabras todas las verdades enseñadas hasta el fin del cap. 4. El hombre fue declarado un pecador culpable delante de la justicia de Dios. Es por lo tanto merecedor de la sentencia condenatoria, y totalmente inútil e incapaz de justificarse por lo que es o por lo que hace (1:18–3:20). Sin embargo, pudo ser justificado por la gracia de Dios por la fe en Jesucristo y su sacrificio. El valor de la fe excluye por completo cualquier otro valor. La fe abre la puerta de la justificación y cierra a la vez toda otra puerta, toda otra posibilidad de que el hombre sea justificado de otra manera. No hay merecimientos, ni obras, ni esfuerzos de ninguna naturaleza que puedan permitir al pecador tener alguna esperanza de ser aceptado, justificado delante del Dios justo. La antigua frase de los reformadores lo sintetizaba muy bien al expresar que el pecador culpable puede ser justificado sólo por la fe, sólo por la gracia, sólo por la Palabra de Dios y sólo para la gloria de Dios.
Como ya dijimos, la justificación no es sólo un logro sino también un comienzo. La expresión “justificados, pues, por la fe” es entonces un resumen de lo anterior y un punto de partida para lo que sigue.
En un sentido, la justificación es la bendición que incluye todas las demás bendiciones, porque sin ella no podemos seguir avanzando en disfrute. Pero como en el caso del bebé recién nacido, sería triste pensar que el nacimiento es todo; debe seguirle la plenitud de la vida en desarrollo. En este pasaje se mencionan los resultados de la justificación por medio de la fe.

    2.      ¿Qué bendiciones se incluyen en la justificación? (vv. 1–11)

  a.      Paz para con Dios (v. 1)

Significa que nuestra vieja enemistad con Dios fue cancelada. Esa enemistad surgió de nuestra rebelión contra El y del estado de guerra que le declaramos a Dios. Pero esa enemistad terminó para siempre cuando Dios descargó su ira y condenación sobre el Señor Jesús, nuestro sustituto y reemplazante, otorgándonos gratuitamente la justicia divina por medio de la fe en El (3:22).
Es la paz que Jesucristo hizo mediante la sangre de su cruz (Col. 1:20). La paz que El mismo dijo a sus discípulos que les daría (Jn. 14:27), una paz distinta de la que el mundo conoce. Es la paz que debe gobernar corazones e iglesias, porque hemos sido incorporados al cuerpo de Cristo (Col. 3:15). Es la paz de una conciencia y de una conducta sin mancha y sin reproche (2 P. 3:14). Es, como se describe acá, una paz que permite alcanzar una confiada relación con Dios: paz para con Dios. Jesucristo es a la vez nuestra paz (Ef. 2:14) y también el mediador de esa paz. Podemos disfrutar esta paz por medio de nuestro Señor Jesucristo, por su eficaz mediación.
“Tenemos paz” significa también que Dios no exigirá otra vez el pago por nuestros pecados, porque Cristo ya pagó a entera y eterna satisfacción de Dios. Nuestra causa como pecadores expuestos a la ira de Dios, tiene el sello definitivo de “cosa juzgada” en la cruz, y no podrá ser jamás reabierta en los estrados de la justicia divina. El contentamiento que Dios declaró tener en la justicia de Cristo, que nos fue aplicada o imputada por medio de la fe, es también una satisfacción definitiva y eterna. En consecuencia, ya que hemos sido justificados de una vez y para siempre delante de Dios, tenemos una paz que es también definitiva, que no se basa en nuestros actos, ni en nuestros sentimientos. Esta paz para con Dios ha sido establecida por Dios mismo y podemos disfrutarla como algo glorioso que ya nos pertenece. Cuántas veces las personas que asisten a los templos dicen: “Me gusta venir porque aquí encuentro paz”. Es un buen principio, pero cuánto más nos alegramos cuando esas personas llegan a encontrar la paz, no meramente en el ambiente de un grupo de cristianos reunidos, sino en el sacrificio de Cristo, mediante el cual El hizo la paz.

  b.      Entrada a esta gracia (v. 2)

El haber sido justificados por la fe significa también haber entrado, o más bien, haber sido traídos por Dios mismo a la esfera donde reina la gracia de Dios. Es una posición gloriosa que nos garantiza, precisamente, una nueva relación con Dios, una relación que está basada en su gracia. La fe nos ha abierto la puerta para participar de este sublime evento que es la gracia divina. No se trata de procurar entrar a la gracia, sino que Dios nos ha colocado dentro de ella para siempre. Nuestra causa quedó resuelta justamente por la gracia ante la justicia divina mediante el pago hecho por Jesús. Por la fe en El, la puerta quedó abierta de par en par. En nuestra “entrada” no estuvimos solos; fuimos llevados de la mano por el Señor Jesucristo, por quien tenemos entrada a esta gracia (vv. 1–2). Todo lo que disfrutamos desde que pusimos nuestra fe en El tiene que ver con esta posición en la gracia. La gracia de la que participamos incluye por lo tanto el desarrollo de nuestra vida cristiana en santificación práctica y servicio.
El segundo pensamiento que sugiere la palabra “entrada” es el referido a la entrada de un barco a un puerto. El barco pudo aproximarse siguiendo el camino señalado por las boyas flotantes que marcan con certeza el canal de acceso que está en lo profundo del río. El canal no era visible, pero el barco fue guiado por el práctico para entrar con seguridad al puerto deseado. En esta figura, Cristo es el práctico que guió nuestros movimientos por el canal invisible, para que tuviéramos entrada al puerto sorteando todos los escollos.
Entrada significa también acceso. La idea es que Cristo nos vistió de su justicia y nos introdujo delante mismo de la presencia del Padre, donde de ninguna manera merecíamos entrar. A la vez podemos disfrutar no sólo de una aceptación inicial, sino de una aceptación permanente por el mérito de su sacrificio. Nos dice que la entrada es a esta gracia. No llegamos a un lugar al cual podríamos tener acceso por nosotros mismos. Todo lo contrario. El acceso es precisamente al lugar de la gloria de Dios, de la cual estábamos expresamente excluidos a causa de nuestros pecados (3:23). Llegamos a un lugar donde no podríamos ni siquiera soñar estar ni permanecer, y donde una vez que hemos entrado lo hacemos en condición permanente y en esa feliz posición de tener paz para con Dios.
Se agrega también que estamos “firmes” en esta gracia. Una vez que hemos entrado a la gracia de Dios, nuestra posición es de firmeza. No es un logro precario, temporario, ni sujeto a posible revisión. Estar en la gracia es estar firmes en ella, porque constituye una base inamovible para nuestra nueva posición y eterna bendición. Como lo expresa un antiguo himno, estamos “firmes, tranquilos, y sin desmayar”. Notemos que la firmeza no depende de nosotros, sino de la gracia misma.
Un predicador contó acerca de una ancianita creyente que al experimentar algunas vacilaciones y temores se le preguntó acerca de su seguridad, y ella contestó: “Muchas veces mis pies han temblado sobre la roca, pero nunca en mi larga vida de cristiana he visto a la roca temblar debajo de mis pies”. ¡Qué seguridad y firmeza encontramos en la gracia de Dios, aun siendo débiles como lo somos!
La paz que vimos en el punto anterior tiene su énfasis en el pasado, pues nace de la solución del problema de nuestro pecado en la cruz. Por su parte, la entrada a esta gracia mira al presente en el sentido de que es un privilegio siempre actual. “La esperanza”, que consideraremos en el punto que sigue, mira al porvenir. Pasado, presente y porvenir están asegurados en nuestra justificación por la fe.

  c.      Esperanza (v. 2)

La esperanza mencionada acá, como en otros lugares de la Biblia, tiene un componente de certeza que la distingue. En nuestro vocabulario cotidiano la palabra esperanza expresa siempre una duda. Decimos: “Tengo la esperanza de ver con vida a mi madre”. Es un deseo que podrá concretarse o no. En la Biblia, en cambio, la esperanza se refiere a cosas ciertas que Dios ha revelado y que sólo requieren el cumplimiento del tiempo que Dios ha previsto. Por ejemplo, “esperar de los cielos a su Hijo” (1 Ts. 1:10). No hay ninguna duda de que Cristo viene. Su venida es llamada la “esperanza bienaventurada” (Tit. 2:13). No obstante, el momento exacto de su venida no nos ha sido dado a conocer. Esta distinción entre la certidumbre de la esperanza del creyente y la incertidumbre de la esperanza del incrédulo, está ejemplificada en Pr. 10:28.
Es llamada “la esperanza de la gloria de Dios” (v. 2). Antes de haber sido justificados por medio de la fe en Jesucristo, estábamos “destituidos de la gloria de Dios”. Ahora que estamos justificados, hemos sido hechos participantes de esa gloria. Compartir la gloria de Dios tiene que ver con ser hechos conformes a su imagen, a su carácter glorioso. Nos dirigimos hacia esa gloria con pasos seguros, porque Jesucristo nos ha hecho participantes de ella (Jn. 17:22). Es también la esperanza de la gloria del Padre en las moradas eternas que Cristo nos fue a preparar (Jn. 14:2). Pensamos con gozo en las bendiciones de un cielo de gloria donde no hay pecado, ni muerte, ni lágrimas, ni dolor, ni sombras. Donde no hay necesidad de sol porque la gloria del Cordero ilumina toda la escena (Ap. 21:4; 22:5).
Pablo sigue diciendo que nos gloriamos en la esperanza (v. 2). Nos jactamos. Nos regocijamos. La esperanza de la gloria es una fuente de regocijo continuo. Podemos aumentar nuestra alegría aumentando nuestra contemplación de las “cosas de arriba” (Col. 3:1–4).

Ilustración: Los esclavos negros son los que más himnos y canciones compusieron sobre el cielo, porque tenían muy poco para gozar de las cosas de la tierra: carentes de libertad, sin posesiones, sin consideraciones mayores, expuestos a la voluntad de amos muchas veces crueles. Cada congregación tiene sus canciones que hablan de la esperanza y de las glorias del cielo. Tal vez el lector puede recordar alguna, como la que dice:

Hoy vivimos la esperanza que esta vida
pronto va a terminar;
caminamos por el mundo con la mira
en el lugar que Jesús fue a preparar.
Hoy que vemos la gente con temor
afrontar un futuro de dolor,
presentimos que Cristo va a llegar;
hoy pedimos que sea ya.

En He. 6:18–19 se habla de la esperanza como de un ancla que está asegurada en el cielo. Estamos anclados en la misma gloria y ninguna turbulencia de la vida presente nos podrá alejar ni separar de esa gloria. Por eso, no queda duda que la esperanza mira al futuro.
En resumen: las bendiciones que acompañan a la justificación señalan:
* el pasado: seguridad de que Cristo satisfizo completamente y para siempre la justicia de Dios y nos puso en paz con Dios;
* el presente: tenemos acceso permanente al disfrute pleno que nos da la comunión con Dios;
* el porvenir: cuando “la casa del Padre será nuestro hogar”.



    3.      Prueba del carácter (vv. 3–4)

Nos gloriamos en las tribulaciones (v. 3). Es fácil regocijarnos en una esperanza que tiene asegurado su cumplimiento. Pero ¿cómo podemos regocijarnos en las tribulaciones? La palabra tribulación tiene el significado inmediato de “presión”. En el lenguaje moderno quiere decir “estrés”. Da idea del bombardeo a que estamos sometidos por el mundo que nos rodea. Nos vemos obligados a hacer una cantidad de cosas, a hacerlas en un tiempo reducido, bajo las miradas y el control de otros que están prontos a señalar nuestros errores. No es extraño que la resistencia interior se va minando por el esfuerzo físico, emocional y psicológico que todo eso implica. ¿Podemos regocijarnos en tales situaciones? No sólo podemos sino que debemos hacerlo. Pero debemos asegurarnos de que nuestras tribulaciones no son resultado de nuestras actitudes incorrectas, ambiciones desmedidas, falta de descanso en Dios o nuestra negativa a limitar nuestra vida y nuestra actividad a las cosas previstas por El. “¿No tiene el día doce horas?” dice Jesús. ¿Cuántas horas tiene para nosotros? ¿Seremos mejores administradores del tiempo que Aquel que lo creó y estableció un tiempo para cada cosa? Nos toca a nosotros eliminar algunas presiones, reconociendo nuestro accionar incorrecto y confesándolo al Señor (1 P. 2:20). Supongamos que hemos efectuado el auto examen y hemos renunciado a todo lo indebido que es capaz de producirnos problemas y tribulaciones. ¿Querrá decir esto que ya no existirá la presión de la tribulación? No, pues aun cuando logremos evitar las presiones de las cuales somos culpables, notaremos que siguen existiendo presiones y tribulaciones que son incontrolables para nosotros, pero que sabemos son controladas por Dios mismo. Esa clase de tribulaciones que debemos afrontar porque estamos decididos a vivir como cristianos (1 P. 4:12–16), son las que Dios permite para nuestro bien.
Hay una segunda idea escondida en la palabra tribulación. Tiene que ver con una herramienta de trabajo de los chacareros y agricultores, llamada tribulum. Esta herramienta era un palo con algunos clavos en su extremo, que se utilizaba para golpear las gavillas del cereal cosechado, a fin de producir la separación de la paja y el grano. Sin esos golpes, sin el use del tribulum, sin esa tribulación, el grano quedaría encerrado sin posibilidad de ser utilizado. Con otra figura tomada también de la agricultura, el Señor Jesús le ejemplificó a Pedro que iba a tener problemas. Le anticipó: “Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte” (Lc. 22:31). El Señor podía haber pedido que Pedro fuera librado de ser sacudido en la zaranda. En ese caso hubiera evitado las presiones de la tribulación. Pero en el designio de Dios la acción propuesta por Satanás, en lugar de producirle un mal a Pedro, le iba a producir una bendición. Al ser sacudido en la zaranda (objeto que se utilizaba también para separar la paja del trigo), su vida iba a ser purificada. Eso es lo que realmente sucedió durante el proceso en que negó al Señor tres veces, pero que culminó con su plena restauración por la intercesión del Señor: “Y tú, una vez vuelto [convertido, reanimado, separado de lo inservible que hay en tu vida], confirma a tus hermanos” (Lc. 22:32). Sin esa tribulación permitida expresamente por el Señor, Pedro no hubiera podido actuar y ser utilizado como lo fue en Pentecostés y todo lo que siguió (Hechos). Tampoco hubiera podido escribir las dos animadoras cartas con que consoló a los judíos que padecían la tribulación de vivir como refugiados, por haber sido dispersados por la persecución que los llevó a distintos territorios. Las cartas de Pedro han servido ya durante 20 siglos a los creyentes necesitados de ánimo espiritual. ¡Y todo fue por aquel zarandeo que el Señor en su sabiduría no le evitó!
Por todo lo que hemos considerado y otras razones más, es evidente que la tribulación de esta clase llega a ser fuente de gozo porque es una tribulación que purifica al cristiano, lo separa de lo que interfiere en su utilidad, y lo capacita para ser de ayuda y de bendición a otros. ¡Cuántas veces, en nuestra ignorancia, le pedimos al Señor que nos libre de esta clase de tribulaciones que El ha previsto para nuestro crecimiento espiritual! Podemos tener regocijo literal y real si en las tribulaciones miramos hacia adelante sin preguntar ¿por qué? sino más bien ¿para qué, Señor, permites esto en mi vida? El mismo texto que estamos examinando nos da algunas de las razones por las cuales podemos alegrarnos en las tribulaciones que nos toca padecer como cristianos. Veamos.

  a.      La tribulación produce paciencia (v. 3)

Los que viven de la tierra o de cualquier actividad productiva, buscan conocer y adoptar las técnicas que les ayuden a aumentar su producción. Eso les permitirá lograr mayores beneficios. Acá se nos dice que la tribulación es una actividad productiva. Dios permite la tribulación para facilitar y activar la producción de la paciencia en nosotros. ¿Podríamos imaginarnos ser propietarios de una fábrica que se llamara: “La tribulación—gran fábrica productora de paciencia”? ¿Quién querría tener una fábrica así? Es algo que no agrada a nuestra carne. Sin embargo, por medio de las tribulaciones, Dios, que es “el Dios de la paciencia” (Ro. 15:5), y que dice que “la paciencia nos es necesaria” (He. 10:36), está produciendo paciencia en nuestra vida. Cuando recordamos que la paciencia forma parte del múltiple fruto del Espíritu Santo actuando en nosotros (Gá. 5:22), no podemos sino regocijarnos en las tribulaciones. También nos da alegría saber que Dios mismo permite las tribulaciones y las controla en la medida justa y necesaria para que produzcan en nosotros crecimiento en paciencia que nos conforme más a la imagen de Jesucristo, según el eterno propósito de Dios (8:28–29).

  b.      La paciencia produce prueba (v. 4)

Ahora notamos que la paciencia es un subproducto que a su vez es parte de un proceso continuo. La nueva producción que se obtiene utilizando la paciencia es la prueba. Y acá se refiere a la prueba del carácter, o dicho de otro modo, cómo llegar a tener un carácter maduro y estable. El carácter es probado en los momentos de dificultad y crisis. Si soportamos las presiones de la tribulación con la paciencia que la misma tribulación ha producido, nuestro carácter será probado y finalmente aprobado. Cristo es el mejor ejemplo de uno que fue “probado” (He. 2:18; 4:15) y “aprobado” (Hch. 2:22). Luego no necesitó más pruebas. Dios quiere mostrar al mundo visible y también al invisible, lo que está haciendo en nosotros como resultado de la justificación que cubre no solamente el pasado (caps. 3–5) sino también el presente—santificación (caps. 6–8)—y el futuro—glorificación (cap. 8)—.

Aplicación: Los ángeles miran lo que Dios está haciendo en su iglesia y quedan asombrados (1 P. 1:12). ¿Se estarán asombrando porque nosotros nos regocijamos en las tribulaciones, porque observan la paciencia producida en nosotros, y por el perfeccionamiento de nuestro carácter cristiano? ¿O tal vez se asombran porque dejamos pasar de largo estas posibles bendiciones, tratando de desentendernos de las tribulaciones y de sus efectos productivos y correctivos? ¿Se asombrarán de ver que a menudo, en lugar de desarrollarnos como cristianos, quedamos estancados en las cosas rudimentarias que tienen que ver solamente con el comienzo de la vida, pero no con su desarrollo pleno (He. 6:1–2)? ¿Somos a la vez conscientes de que hay alrededor de nosotros una multitud de testigos que, como una nube, debido a su gran cantidad, llenan las gradas del estadio de la fe, y que tal vez ellos aplauden nuestros éxitos y abuchean nuestros fracasos (He. 12:1–2)?

  c.      La prueba produce esperanza (v. 4)

Continúa el encadenamiento de los procesos productivos. Es una revolución productiva que tiende a sacar a cualquier cristiano de su estancamiento espiritual, a condición de que participe con disposición y alegría en estos procesos derivados de la justificación de parte de Dios. En este ciclo vuelve a aparecer la esperanza, que ya habíamos considerado en el v. 2. Vivimos en un mundo y en un tiempo de la historia tan desesperanzado que de nuevo necesitamos que la esperanza cierta de la gloria de Dios se mantenga como una constante. Así es la esperanza de la pronta venida de Cristo. Cada vez que hacemos memoria de El al participar de la Santa Cena, lo hacemos con el marco glorioso de que esto será “hasta que El venga” (1 Co. 11:26). Cuando se cumpla nuestra esperanza, no participaremos más de la cena del Señor en la tierra, con la mirada puesta en el hecho objetivo de la cruz. Entonces estaremos frente al Cordero como (recién) inmolado por nosotros (Ap. 5:6), y en consecuencia, todos nuestros anhelos estarán totalmente cumplidos en su gloriosa Persona.

Aplicación: ¿Estamos viviendo una villa llena de esperanza? Si no lo podemos afirmar con certeza, revisemos cuál es nuestra participación activa en los procesos productivos que hemos estado analizando.

  d.      La esperanza no avergüenza (v. 5)

En un mundo que niega o pone en duda las cosas que no se ven, tenemos la tendencia de avergonzarnos de decir que basamos toda nuestra confianza precisamente en las cosas invisibles, las que son eternas (2 Co. 4:18). Cuando le hablamos a un mundo que no tiene esperanza, del regocijo que tenemos en la esperanza de la gloria de Dios, nos echan una mirada de sospecha. Ellos piensan: ¿estarán en su sano juicio estas personas? A Pablo lo consideraron loco (Hch. 26:24; 2 Co. 5:13; 11:1, 16, 23). El mismo reconoce que la predicación de la cruz es locura para los que se pierden (1 Co. 1:18, 21; 2:14). ¿No es cierto que en estas cosas nos parece encontrar un justificativo para avergonzarnos de nuestra esperanza? Podría ser que sí, que lleguemos a avergonzarnos por considerar tales cosas. Lo que nunca podríamos hacer es avergonzarnos por la esperanza misma, porque la esperanza no puede avergonzarnos, sino todo lo contrario. Si nos avergonzamos, no puede ser por la esperanza misma, sino por alguna razón indebida que está en nosotros, que hemos permitido arraigar en nosotros. Ante esas actitudes de vacilación en nosotros o de acusación de parte de los burladores de afuera, podríamos pensar que es inevitable avergonzarnos. Pero enseguida advertimos lo que nos permite evitar la vergüenza: el amor de Dios.

    4.      Derramamiento del amor de Dios (vv. 5–8)



  a.      El amor de Dios está derramado en nuestros corazones (v. 5)

Las actitudes mencionadas en el punto anterior no pueden avergonzarnos porque tenemos en nosotros mismos el testimonio interior del Espíritu Santo. ¿Cómo llegó el amor de Dios a nuestras vidas? En el momento en que fuimos justificados por la fe. La palabra “derramado” tiene en sí la idea de un proceso que comenzó pero que continúa.

Ilustración: En la guerra de 1991 en el Golfo Pérsico, el petróleo derramado se extendió en el mar en una mancha creciente, que a la vez era alimentada por el petróleo que surgía sin cesar de los distintos conductos abiertos. Así, la presencia interior del Espíritu Santo es una fuente permanente que fluye en nosotros desde que creímos en Cristo (Jn. 7:37). Y se sigue derramando para bien, y se sigue extendiendo en bendición propia y de otros, y hace que no nos avergoncemos, que no nos sintamos “en nada intimidados por los que se oponen” (Fil. 1:28). El Espíritu Santo nos fue dado (v. 5). Todos fuimos bautizados en un cuerpo y a todos se nos dio, a beber del mismo Espíritu (1 Co. 12:13). Fuimos sellados para el día de la redención (Ef. 4:30). El Espíritu de amor está en nosotros, para que el amor de Dios se siga derramando continuamente en nosotros.

  b.      Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos (v. 6)

Con estos términos se nos presenta la muerte de Cristo como la explicación del amor de Dios y del hecho de que ese amor fue derramado en nuestros corazones. En este pasaje (5:5–8) se presenta el amor de Dios demostrado en la cruz de Cristo, como, un hecho que no tiene paralelos en la historia humana. Pablo señala que sería posible aunque no frecuente que alguien muriera por una persona buena, pero, ¿quién daría su vida por salvar la de su enemigo? Algunos afirman que este pasaje es la mejor explicación que da el N.T. a la gran declaración del amor de Dios que encontramos en Jn. 3:16.
Si consideramos las palabras utilizadas en los vv. 6–8 para referirse a nosotros, notamos que hay una progresión. En el v. 6 se habla de nosotros como:
i) débiles, es decir, totalmente incapaces de hacer algo por nosotros mismos para alcanzar la aceptación delante de Dios. Luego leemos que Cristo murió por los
ii) impíos, es decir, que el énfasis recae ahora sobre nuestra capacidad, pero en este caso la capacidad que tenemos de ofender a Dios, de pecar contra El. Así, de débiles e incapaces de agradar a Dios, pasamos a ser fuertes en nuestra capacidad de ofenderlo. Y continúa esta progresión en el v. 8 al decir directamente que somos
iii) pecadores, personas que hemos errado el blanco de la voluntad de Dios y que hemos dedicado la potencialidad de nuestra vida para servir al pecado. Se agrega aun más gravedad a nuestra condición al ser calificados, además, como
iv) enemigos, es decir, como aquellos que asumimos una posición de beligerancia en contra de Dios. No dice en ningún momento que Dios es enemigo nuestro, sino que nosotros somos enemigos de Dios. Lo humanamente inexplicable es que Dios, en lugar de respondernos a su vez con una declaración de guerra, nos ha respondido con esta asombrosa declaración de su infinito e incomprensible amor. El contraste no hace sino recomendar la excelencia del amor de Dios. Siendo nosotros sus enemigos, nos amó. A nivel humano podría suceder lo remotamente posible: que una persona muera por un amigo, por alguien bueno en el sentido humano. A nivel divino, sucedió lo inexplicable, lo incomprensible, que Cristo murió por sus enemigos.
En la cruz se demostró el gran amor de Dios. Si algo nos atrae sobre todo en la cruz de Cristo, no es la vergüenza, ni el dolor, ni la injuria, ni la arbitrariedad de los hombres, ni la burla de la religión, ni lo cruel de sus padecimientos, ni lo injusto de la justicia humana. Lo que nos atrae, como atrajo a Moisés el espectáculo de una zarza que ardía sin consumirse (Ex. 3), es la pasión del ardiente amor de Cristo que, afirmando su rostro, salió decididamente a tomar en forma voluntaria su cruz, para dar su vida en el acto de amor inexplicable. Nos atrae que el justo murió por los injustos, que el santo murió por los pecadores, que el Dios ofendido murió en Cristo por sus propios enemigos, y todo para llevamos a Dios (1 P. 3:18). Esa evidencia de amor, esa grandeza de amor, actuó de tal manera que nuestros actos de enemistad y de beligerancia en contra de Dios, fueron cancelados por la muerte de Cristo. De este modo El mismo hizo la paz y clavó nuestras enemistades contra El en su misma cruz (Ef. 2:15, 16; Col. 2:14), para que pudiéramos por un solo acto de amor perfecto suyo, “siendo enemigos” ser “reconciliados” (v. 10).
Quiero compartir con mis lectores la poesía que brotó de mi mente y corazón mientras escribía las notas con las que comento estos versículos:

    ¡Qué derroche de amor no derrochado!
    ¡Qué excedente de gracia no excedida,
    cuando creció el fragor de mi pecado
    Dios demostró en la cruz por darme vida!

    Siendo yo su enemigo inveterado
    encareció su amor y sin medida:
    Cristo murió en la cruz por mí clavado
    siendo mi enemistad así vencida.

    ¡Qué excelencia de amor ha demostrado;
    hoy tengo el gozo del reconciliado,
    justificado y libre de la ira,

    y ya reconciliado estoy salvado
    por su muerte por mí, y por su vida!
    No te extrañe ante El, verme postrado.
  J. S. S.


    5.      Libertad de la ira (v. 9)

Primer “mucho más” (v. 9). La idea es que si Dios hizo las cosas mayores que se mencionan aquí, con mucha más razón hará las cosas menores que siguen. Veámoslas una por una. Si Dios ha obrado la justificación, con el altísimo costo que tuvo para El (la muerte de Cristo), con toda lógica salvará a los que declaró justos, de la ira que ha de venir por causa del pecado.

    6.      Reconciliación (vv. 10–11)

Segundo “mucho más” (v. 10). Si Dios reconcilió consigo mismo a los que éramos enemigos (2 Co. 5:18–21), con toda seguridad salvará por su vida a los que ya ha convertido en sus amigos por medio de la muerte y resurrección de Cristo. El v. 10 se relaciona con 4:25: “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”. “Entregado” habla de hacer la obra de la reconciliación. Resucitado para nuestra justificación se relaciona con la salvación continua que produce en nosotros su vida resucitada. Se va introduciendo así el próximo gran tema del cap. 6, que es la santificación, y no es otra cosa que la justificación vivida en el tiempo presente. Ahora (que ya estamos justificados delante de Dios) somos guardados en la salvación por medio de la vida resucitada de Cristo (ver Ro. 6:4).

    7.      Y no sólo esto (v. 11)

Es la segunda vez que la acumulación de bendiciones obliga a esta expresión que muestra que, a pesar de lo mucho que ya se ha dicho, todavía queda mucho por decir. Así de grandiosa es la justificación por la fe obrada por la voluntad de Dios en Jesucristo. Lo que se agrega a continuación es que también nos gloriamos en Dios. Según el v. 2 nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Según el primer “no sólo esto” (v. 3) nos gloriamos en la tribulación, lo que parece un imposible; y según el segundo “no sólo esto” (v. 11) nos gloriamos en Dios mismo. Esto implica haber escalado la cima más alta, para luego permanecer allí contemplándolo todo desde el punto de vista de Dios. ¡Qué gloria! Es evidente que hay un crescendo. Las expresiones de los vv. 2, 3, 11 parecen tres tiempos de una gran sinfonía que explica los motivos de nuestro gran regocijo en virtud de la justificación por la fe. Y así los acordes finales, los más fuertes y resonantes, aquellos que perduran y con los cuales culmina esta obra, se relacionan con nuestro regocijo en Dios mismo. Nos regocijamos por las muchas dádivas y bendiciones, pero sobre todo por la persona misma del gran Dador: Dios, y esto por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos sido reconciliados (v. 11).

Aplicación: Recordemos que todo proviene de Dios (2 Co. 5:18). ¿Es ésta una realidad en nuestra vida? ¿Nos regocijamos en Dios al considerar que hemos recibido la reconciliación? Notemos que aparece una expresión varias veces repetida en esta carta:

* “por el Señor nuestro Jesucristo” (Ro. 5:11);
* “por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Ro. 5:1);
* “mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Ro. 5:21);
* “en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Ro. 6:23; 8:39);
* “por Jesucristo, Señor nuestro” (Ro. 7:25).
Aquí hay tema para una detallada meditación en el contexto de cada versículo, y también material abundante para la presentación de un mensaje de enseñanza bíblica o predicación. Al utilizarse repetidas veces la expresión más completa del nombre del Señor (nuestro Señor Jesucristo) en sus diversas variantes, se enfatiza la suprema excelencia de su Ser y su señorío. Pero al mismo tiempo, se está recomendando la excelencia de la perfecta y eterna justificación obrada por El mismo a favor de los que creemos. ¿Queda razón para que alguno dude sobre la eterna seguridad de nuestra justificación delante de Dios, al depender ésta no de nosotros y nuestras obras, sino de Dios y de su eterna autoridad y majestad?
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Somoza, J. S. (1997). Comentario bı́blico del continente nuevo: Romanos (107–114). Miami, FL: Editorial Unilit.